Parece mentira que a estas
alturas, cuando la marca lleva décadas constituida como una de las más
importantes de la historia, que CocaCola sea tan cuestionada en España. Y es
que, entendidos o no, todos podemos llegar
a la conclusión de que la gestión de comunicación que CocaCola ha llevado a
cabo durante la crisis de su fábrica de Fuenlabrada ha sido, como poco, pésima.
Más de doscientos despidos después y una gran inmersión en causas judiciales
que van para largo, hace pensar que algo falla (puede que sea solo yo la que ve
que hace unos años CocaCola no hubiera reaccionado así).
De todas formas, y tras el poco
efecto que tuvo su campaña de Navidad, CocaCola nos presenta dos nuevas acciones
para volver a contactar con el público.
La primera, la unificación de
todos sus productos bajo su color rojo original. De la mano del eslogan “La
felicidad tiene un color”, lanza una campaña que a primeras vistas no está
calando bien en el público. Los productos no se distinguen fácilmente; puesto
que el color que les diferenciaba antes ahora es prácticamente nulo.
foto obtenida en google imágenes |
En segundo lugar destaca el
lanzamiento de un nuevo anuncio con el eslogan “la felicidad siempre es la
respuesta”. Éste muestra a diversos niños cuestionándoles a sus padres las
dudas sobre sus familias “peculiares” que les crean sus compañeros de clase.
Ante esto, los padres les generan una simple pregunta: “¿Si pudieras elegir a
tu familia, nos elegirías?”, a lo que los niños responden que sí.
Dejando a un lado la emotividad
del anuncio, su apoyo a la diversidad (algo que debería estar instaurado ya en
toda publicidad) y bla, bla, bla; la verdad es que no se presenta nada nuevo. CocaCola
lleva años tirando de la felicidad. Éste es uno de los mejores momentos para
hacer algo diferente que intente quitar de la mente de los consumidores sus
múltiples crisis, pero sin embargo, ellos continúan en su línea.
Puede que la comunicación de
crisis sea algo ante lo que no todos puedan reaccionar, pero está claro que sus
diversos problemas (como la caída en las ventas de la Comunidad de Madrid) no
se van a solucionar mediante el uso de la “felicidad”.